El director finlandés Renny Harlin tiene un pequeño contra: no tiene reparos en dirigir los guiones más pobres. No sé si es que no tiene reparos o es que no tiene otra, el caso es que en su filmografía encontramos películas como “Memoria Letal”, o más recientemente “Cazadores de mentes”. Firmó la peor secuela de “La jungla de Cristal”, la segunda. Se pegó un gran batacazo con “La isla de las cabezas cortadas” al servicio de su mujer por aquel entonces, Geena Davis. Sin embargo, su última película, “El exorcista: el comienzo”, tenía muchos puntos positivos. Le llamaron al rescate los productores para remendar y hacer comercial una película que ya tenía rodada Paul Schrader, y no lo quedó mal del todo.
Que este pequeño rayo de esperanza no nos engañe, la película que ahora nos concierne no tiene futuro. Es otra muestra más de la calidad con la que acostumbra a trabajar este director. Seguramente será otra tontería, quizá entretenida, y con buena factura. Digo buena factura que no significa que la dirección sea de calidad, simplemente buena factura, para quien le valga.
Porque esta vez no tiene ningún intérprete reseñable. Porque esta vez tiene a un director de fotografía mucho más humilde (en la anterior tenía a Storaro). Y sobre todo porque tiene a un guionista, J. S. Cardone que es especialista en lo peor del género.
Así que sin más remedio volveremos a tener otra mala película del director aceptable para un visionado en cuadrilla si uno es aun suficientemente joven para escapar de la depresión. Con bien de palomitas.