Tenemos banderita estadounidense de fondo en la portada y seguramente una serie de imágenes de gente de uniforme saludando erguida.
Lo que no tenemos es un director y un guionista capaces de dar la vuelta a la tortilla. El director es Irwin Winkler. Entre su no muy extenso currículum encontramos maravillas como La casa de mi vida o La red, a cual peores. El guionista es Mark Friedman, que ni siquiera tiene otros trabajos para comparar.
Lo más reseñable nos lo encontramos en el reparto. Además de Jessica Biel, que sirve bien de actriz florero como en El ilusionista, tenemos a dos actores muy venidos a menos. Uno es Samuel L. Jackson, que con Serpientes en el avión ha tocado fondo. Otra es Christina Ricci, que últimamente ha tenido que encargarse de bodrios como La maldición. A ambos actores también podremos verlos en Black Snake Moan.
En fin, no vale la pena desde ningún punto de vista.