Aprovecho un título de precritica mítico utilizado por mi compañero Sherlock con ocasión de "Batman Begins" para dar el pistoletazo de salida al Bond nº 21.
Parece ser que estamos viviendo en la Industria una época de replanteamientos y de eliminación o soslayo de lo exageradamente ficcionado. En "Batman begins" nos quedamos sin gran parte de su contenido de cómic en aras de una fingida búsqueda de realismo y verosimilitud.
En estos días he llegado a leerle a Martin Campbell que se busca un Bond más realista y más alejado del exceso a que nos tiene acostumbrada esta saga desde sus inicios.
Si bien es cierto que con "Muere otro día" la saga tocó fondo, ello no creo que sucediese por habérsele agotado la veta, sino más bien por intentar jugar a adaptarse a los tiempos modernos y aplicar el nuevo concepto del eje del mal.
La saga Bond funcionó adaptándose a una época, la Guerra Fría, pero eso fue más bien una casualidad de su tiempo, porque su estilo genuino y marca inconfundible los constituye el irrealismo de su lucha contra SPECTRA, los inicios, la Isla del Dr. no, el evilgenius Goldfinger, todo aquello que Sherlock condensó magníficamente en "hay más Bon en Austin Powers que en la saga Bond".
En resumidas cuentas, con Daniel Craig se nos ofrece un Bond más físico y realista, pero mucho me temo que ahí ya tenemos a Bourne y su saga.
Está claro, y ya los estamos comprobando, que se abrirá paso en la taquilla a golpe de puñetazo, pero ¿qué queréis que os diga? A mí me gustaba el Bond de antes, el de Connery, el de Moore, el de siempre...
Para los que coleccionan fotos de las chicas Bond, aquí tenemos a Eva Green ("Soñadores" o "El reino de los cielos"), Caterina Murino o Ivana Milicevic ("Ojalá fuera cierto" o "En sus zapatos").
No es esta acción la que le pido a la saga Bond