Vaya por delante que no soy gran fan de Star Trek, pero que tampoco consigo réditos en ningún campo diciendo que paso de Star Trek. La serie de televisión me pilló muy joven, mientras creo que a J.J. Abrams no; y de las películas, recuerdo verlas y grabarlas en BETA con mi hermano, en aquellos tiempos en los que parecía que uno era un ciudadano de bien por hacer este tipo de cosas, pero no tengo un gran recuerdo de ellas. A veces algún que otro destello en momentos puntuales como Star Trek II, la ira de Kahn.
Éste es mi punto de partida. Resulta que miro mi calendario y el viernes 8 de mayo no está marcado en rojo, curiosamente el anterior y el posterior sí. Pero no puedo negar sentir interés por ver el trabajo de J.J. Abrams, un tío que empezó haciendo guiones tan interesantes como A propósito de Henry, para pasar a otro tan anodino como Eternamente joven y que se la pegó definitivamente con Armageddon.
Claro que es un tío que se supo rehacer y creó Felicity, luego Alias y luego Lost, ese fenómeno social que tan buen sabor de boca me dejó en sus primeras tres temporadas, de hecho la segunda es lo mejor que se ha hecho en televisión.
Y de la tele, vuelta al cine para salvar un producto acabado como era Misión Imposible, y ahora a Star Trek, tras pasar por el experimento de marketing que fue Monstruoso. Abrams es un tipo muy listo, pero no de los listos de industria del público es un conjunto de borregos, sino uno que sabe dotar de calidad a sus trabajos.
Y en esta era de remakes, revitalizaciones de sagas, reinvenciones de no sé qués, nos llega el nuevo Star Trek. A veces pienso si existe una relación directa entre el paulatino oscurecimiento de las películas de acción y de superhéroes y los acontecimientos geopolíticos de la última década. La verdad es que es un pensamiento apenas esbozado y que no ha sido aún madurado, pero lo suelto. Supongo que Star Trek jugará a esto también.
Una película de masas y que supone dar a esos primeros freaks la oportunidad de redimirse ante un proyecto de calidad, ya no son una minoría, sino una inmensa mayoría. Tú, lector, que dices no ser un freak de nada y miras raro a los que lo son, ten cuidado, las cosas han cambiado, ahora eres tú el bicho raro.