Sobre la capacidad de un director para hacerse con una historia de animación y recrearla decentemente no tengo demasiadas dudas. George Miller ha destacado en su medianamente corta filmografía con películas que han llegado con fuerza a las pantallas como “El aceite de la vida”, “Bave, un cerdito en la ciudad” o, lo más notable por curioso, la saga de “Mad Max”. Como productor además, ciñéndonos al objetivo del film infantil, está detrás de películas como “Bave, el cerdito valiente” de sobra conocida y destacada en nuestras memorias.
¿Qué hacer con un personaje más que pretende ser bailarín a ojos de los más pequeños?. Pues la respuesta suele estar en la mayoría de películas cercanas en las intenciones de sus creadores ahora nerviosos ante la oleada de capacidades técnicas del sector. “Madagascar”, “Vecinos invasores”, “Colegas en el bosque”, “Ice age” o su segunda parte, juegan con el concepto de los animales parlantes que ya en las series de dibujos animados triunfan sin descanso desde hace años, que nos ofrecen alegría superación y cancioncillas a rabiar. La única diferencia puede ser que unos gusten más que otros, que unos tengan una historia más atractiva que otros o que unos intenten llevar un poco más alto el listón de las cosas que se pueden enseñar en películas infantiles.
Happy feet puede ser un ejemplo más de acercarse a la taquilla sin problemas, con seguridad de público y otro paisaje distinto pero en el fondo igual a lo que normalmente conocemos. Un disfrute tranquilo pero sin expectativas al que mirar de reojo sin esperar demasiado a cambio.