El found footage está muerto. Ese subgénero que se basa en imitar una grabación real donde la cámara es parte de la escena. Nos ha dejado grandes obras de terror como son REC o El último exorcismo, pero ya no da para más. Nos sabemos de sobra todos los trucos, los tiempos, la estructura, los recursos. Los puntos fuertes y los puntos débiles. Sabemos que inevitablemente llegará un momento en la película en la que el director tendrá que hacer trampa, y aquí Ti West lo hace a lo grande, con una justificación delirante para la presencia de las cámaras.
Por otro lado, no termino de entender la elección de este formato para contar esta historia. Me explico: al parecer se basa -a un nivel de detalle bastante importante- en la tragedia de Jonestown de los años 70, aunque aquí esté ambientada en la actualidad. Sin embargo, en lugar de acreditar estos hechos reales, West decide fingir una grabación real, eliminando así el factor de credibilidad de la inspiración del suceso -que como digo, es bastante fiel. Por otra parte, dada la historia y la geografía del suceso, de espacios abiertos, apenas aporta demasiado el recurso de cámara "real".
Una vez puestos los peros, tengo que decir que la película funciona y es entretenida. Que el nivel de tensión de la primera hora está muy bien mantenido. Además, aporta cierto matiz al subgénero, ofreciéndolo en modo de reality televisivo, con un comienzo de mucho ritmo que rompe con el habitual comienzo "vérité" de este tipo de cine.
Buenos intérpretes, especialmente el presentador y el Padre. Y una factura adecuada para el formato. Lástima que no aporte demasiado.