No se equivoque nadie. No estamos ante una adaptación de la obra de Kerouac. El título original de la película es Na Putu y resulta se la segunda película como realizadora de Jasmila Zbanic, que fue descubierta para el gran público en 2006, cuando ganó el Oso de Oro del Festival de Cine de Berlín con El secreto de Esma, una película desgarradora y desgarrada que encontraba sus raíces en ese conflicto informe que resultó ser el Conflicto de los Balcanes.
Lo verdaderamente triste de aquel conflicto es que apenas ha sido tratado por el cine, más allá de obras de directores ex-yugoslavos, con honrosas excepciones como esa magistral Before the rain o No man's land, la propia primera película de Zbanic, más centrada en la resaca del conflicto, o en Sueño de una noche de invierno.
Existió en aquella guerra un componente racial y religioso de esos que nos estremecen la columna vertebral y que, si cabe, está más de actualidad en los tiempos que vivimos. Así es como Zbanic en ésta, su segunda película, intentará dar algunas claves sobre el fanatismo religioso, precisamente, en una tierra drenada por la sangre de la religión.
Una apuesta arriesgada y dura que va a exigir del espectador que se siente en la butaca tanta complicidad como lejanía, por pura salud mental. Una película que ha pasado por Berlín y por la Seminci y que no estará recomendada para aquellas personas que vayan al cine con ese fin tan legítimo como es desconectar.