De nuevo la capaz industria del cine francés, da margen a sus talentos de la animación, para dejar en carteleras de todo el mundo, una película sencilla, del dibujo de siempre, al servicio de edades aún muy tempranas. Otro tesoro con su lago particular. Al menos sabemos de sobra que es un destino seguro de buenas intenciones, buen entendimiento de las moralejas y desde luego poco miedo a barbaridades de mayor alto número de primaveras de infancia.
Dominique Monféry es el director, poco experimentado en estos lares, pero sí mucho más en la animación propiamente con El libro de la selva 2 o Atlantis, pero con otros títulos mucho más importantes como Tarzán, El emperador y sus locuras o Hércules a sus espaldas.
Por tanto una garantía de buena elección, difrute en familia, paciencia extrema y muchas sonrisas para acompañar la ilusión, pero probablemente poco ritmo y efecto en una historia mucha más tranquila de lo que se lleva en estos tiempos.