Con François Ozon nunca se
sabe. Es uno de los directores franceses más prestigiosos, y está
claro que siempre demuestra personalidad. A veces quizá demasiado,
con algunas excentricidades algo díficiles de tragar, como Ricky,
o pasteladas con demasiado chocolate como 8 mujeres. Entre
tanto, también deja títulos interesantes como Le Refuge o
5x2.
En esta ocasión, Ozon tira de algunos
recursos muy cómodos, que lo mismo pueden aportar un valor
cinematográfico que caer en el tópico. Por un lado, la relación
intelectual que se establece entre profesor y alumno en una clase de
literatura, que es algo que da mucho juego pero que fácilmente nos
resultará demasiado visto. En segundo lugar, el uso de la dualidad
realidad/ficción, o si se quiere ser más preciso, entre la ficción
y la ficción dentro de la ficción. Puede llegar a ser un recurso
tramposo y manido, o se puede jugar con él de manera virtuosa.
Probablemente, con Ozon, parte de esos aspectos negativos se dejarán
ver, pero también creo que casi seguro que aflorarán los más
positivos.
En el reparto, la británica Kristin
Scott Thomas, una actriz siempre convincente. Junto a ella, la
inquietante Emmanuelle Seigner. Más que de sobra para que
Ozon haga un buen trabajo. Esta es una de las apuestas más potentes
de la sección oficial de San Sebastián.