Yo no creo en las fábulas, vamos que no soy muy “fabuloso”. Y creo que lo que he visto es una fábula urbana. En las fábulas, los personajes son simples y excesivamente característicos, se mueven más por necesidades de la historia que por sus propias necesidades. Y en algunos momentos parece ser así en esta película. Sin embargo, sorprendentemente, en otros momentos es todo lo contrario, lo que me gusta, es decir, los personajes parecen de verdad y tienen reacciones complejas y coherentes (coherentes con los hechos, no me refiero a que actúen de forma coherente, pues la gente no siempre actúa así). Es una mixtura diría yo. Jugando a una cosa a la vez que a la otra. Esto hace que sea difícil criticar algo que ni siquiera me atrevo a decir si me gusta. Por lo menos, es interesante.
La película está dividida en tres partes. La primera parte me muestra fuerza. Para empezar tiene los cojones de acabar con uno de los personajes principales así de sopetón. Es una historia atípica y esconde tragedias bajo sonrisas. Las chicas están jugando, y el juego les supera. Como siempre, muchas cosas se dicen sin decir.
La segunda parte es cuando menos curiosa. La forma en que se torna la historia para reciclarse dentro de la propia película, como si el guionista ya se hubiera cansado de contar la otra historia y quisiera enseñarnos otra cosa. La pega para mí está en el excesivo cambio del personaje principal (muestra clara de la fábula), no termina de ser muy creíble. La ira del padre es poderosa, la película se siente.
Por último, la última historia, quizá la que más se nutre de simbolismos y espiritualidad es la que menos me ha gustado, pues creo que se hace un poco pesada, y, al menos, no vale como historia final. Eso sí, todo el aspecto simbólico es interesante, el padre enseñando a conducir su vida a la hija, etc.
En general la película tiene fuerza, es original y visualmente interesante, dentro del universo urbano feo y gris. El problema es que no le admito el parón de ritmo en la última historia. Se quedará en un 3 y medio.