Me gustó Pagafantas. Y Cobeaga ha sido listo como para no cambiar demasiado la fórmula que ya le funcionó, en esta segunda película.
Tiene un reto, no fallar después de funcionar -tanto para crítica como para público- con su opera prima. Siempre es un reto, ésto. Pero, viendo que apuesta por el sendero llano y más sencillo de caminar, tendrá únicamente que preocuparse una vez más de lo mismo: De hacer reir. De ningún reto más, ya que no ha querido dar ese pasito y probar algo más complicado, o simplemente algo diferente.
Pero ojo, que al fin y al cabo hacer reir es complicado, y hacer reir con estilo más aún. Y, con ese estilo, hacer reir a todos, infinitamente más, todavía. Con Pagafantas lo consiguió y se llevó mi aplauso. Si de nuevo lo consigue aquí, lo volveré a hacer, aunque perdiendo el buen sabor que la novedad siempre aporta.
Para conseguirlo se apoya en Unax Ugalde, un tipo del que no veo nada claro que vaya a funcionar como protagonista cómico, le veo falto de chicha, de chispa, de carisma. Sí me gusta que a su lado aparezca Julián López, un crack de la risa absurda.
En definitiva: Si Cobeaga vuelve a acertar, me alegraré, pero le pediré un poco más para la tercera.