Steven Spielberg en el 2011 (a pesar de que la película se
estrene en 2012 en España) ha estrenado dos películas con las que seguramente
no pasará a la Historia
del Cine y que ocuparán una pequeña porción en la historia de su propio cine. Estoy
hablando de Tintín y el secreto del unicornio y este Caballo de batalla.
El caso es que con independencia del rumbo que cojan mis
opiniones, esta película cuenta con seis nominaciones a los Óscar, una de ellas
como mejor película. Claro que es de comprender teniendo en cuenta que el film
cuenta con muchos ingredientes de la receta que más gusta en Hollywood:
historias de superación, de amistad más allá de los límites (aunque aquí
estemos hablando de la relación entre un caballo y una persona) y una
ambientación fantástica como es el telón de fondo de la Primera Guerra Mundial. Claro
que lo que para muchos podría haber sido un argumento de película de Disney,
llega el bueno de Spielberg y lo rueda en carne y hueso con toda la grandeza y
magnitud de la que es capaz y aquí es donde me pliego y digo que quiero ver ese
espectáculo al son de unas buenas palomitas. Pero, y sin ir muy lejos, me quedo con la visión de la Primera Guerra Mundial de la segunda temporada de Downtown Abbey.
Casi 13 años después vuelve Spielberg a una historia de
guerra en la que ya nos ha demostrado que es capaz de rodarlas del derecho y
del revés y creo que nada puede haber más emocionante que ver cómo este señor
rueda un caballo corriendo por las trincheras de Francia al son de la música de
John Williams, también nominado al Óscar este año (por partida doble) y con la
luz de Janusz Kaminski. Esto es lo que me espero de esta película, ni más ni
menos. El problema es que no sé si eso lleva a poder mantener un film con visos
de epopeya de más de dos horas y media de duración.
Le tocó la lotería al joven Jeremy Irvine, que estará bien
acompañado por actores de la talla de Emily Watson (Rompiendo las olas o Dragón
rojo), Peter Mullan (Trainspotting), David Thewlis (más conocido por su papel
de Remus Lupin en la saga de Harry Potter) o Benedict Cumberbatch (más conocido
por el papel de Sherlock Holmes en la nueva serie de televisión).
Una de esas grandes películas de Óscars de las que nadie se
acordará muy a pesar de estar firmada por todo un Steven Spielberg.