Crítica de la película Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal por Iñaki Ortiz

Si tuviera sentido hablar de críticas objetivas, esta nunca lo sería.

Recuerdo perfectamente cada detalle de mis primeros contactos con cada una de las tres entregas anteriores. Cuando y en qué circunstancias las vi, cuando oí hablar de ellas por primera vez... todo. En busca del arca perdida aún hoy me sigue fascinando a cada plano, cada nota, cada gesto, cada idea. La considero una de las mejores películas de la historia, así como suena. La última cruzada me parece una joyita de película que puedo disfrutar una y otra vez. El templo maldito me divierte. En definitiva, soy un fanático del dr. Jones. Y desde hace ya trece años vengo escuchando rumores sobre la posible cuarta película (por aquel entonces se la llamaba Indiana Jones and The Son of Darkness, y eso que no estábamos las webs cinéfilas para hacer correr las noticias previas).

Tengo, por tanto, los mismos sentimientos encontrados que todos los fans. Por un lado, el temor a romper un mito, a rebajar el nivel. Aunque es cierto también que El templo maldito ya fue una muestra de menor calidad. Por otro lado, la necesidad de que vuelva la aventura. Hemos tenido algunos ejemplos más o menos sanos del género, aceptables, pero nada que se acerque mínimamente a ver a Indy en acción. Hoy por hoy, uno se tiene que conformar con que películas como Océanos de fuego no sean del todo sonrojantes y se puedan seguir sin demasiado desprecio.

El equipo se vuelve a unir. George Lucas, ese fabuloso creador de personajes emblemáticos, detrás de la historia. John Williams, más experimentado y con las mismas ganas, componiendo el alma de la película, con una banda sonora tan grandiosa como sutil. Más allá de la melodía archiconocida se esconden universos de brillantez. Harrison Ford, más viejo y más cansado, pero con toda la ilusión de volver a trabajar en uno de los proyectos que más le han ayudado en su carrera. Y, por supuesto, el gran virtuoso del ritmo, la emoción y la aventura, Steven Spielberg a la dirección. Hace poco nos ha demostrado lo bien de forma que está con su versión de La guerra de los mundos. Con toda la experiencia de estos años, espero que busque una calidad más cercana a El arca perdida, sin perder toda la diversión de La última cruzada. Es capaz de elegir la duración adecuada, con ayuda de su montador habitual, Michael Kahn, más allá de la mecánica convencional. Enfatizará como ningún otro sabe hacer la emoción de la aventura.

Este nuevo guión lo firma David Koep, un tipo eficaz que ha escrito guiones de películas tan dispares como Parque Juarásico o La habitación del pánico. Tiene algún traspiés en su carrera pero creo que servirá de sobra como puente entre Lucas y Spielberg. Mi mayor temor, como el de la mayoría, es que Ford esté demasiado viejo. Confío en que el guión sea capaz de contemplarlo y la dirección sepa disimularlo. Aunque para eso tenemos el refuerzo de Shia Labeouf (Transformers), el nuevo chico de moda. Contar con una de las mejores actrices del momento, Cate Blanchett (Babel), también ayudará.

Otra novedad la encontramos en el apartado de fotografía a quien es, de hace ya un tiempo, el colaborador habitual del director, Janusz Kaminski, en lugar del responsable de las tres anteriores entregas, Douglas Slocombe. Creo que, aunque Slocombe hizo un gran trabajo, Kaminski lo mejorará, con un estilo más rico, más complejo.

Las expectativas al máximo. Dispuesto para darme el gran batacazo si es menester. Por ahora estoy deseando que vuelva la aventura. Que continúe -y finalice, eso sí- la más perfecta saga de aventuras filmada jamás. ¡Que fluyan las palomitas!