El cine de Álex De la Iglesia siempre se ha caracterizado por ser grotesco a más no poder. Y la verdad es que ello ha provocado que gran parte de sus films sean interesantes precisamente por esto, pero tiene el handicap de que cuando quieres hacer una película de género como ésta, te la destroce.
En líneas generales me parece que lo mejor de la película está en su dirección, que tampoco es decir mucho. Coincido con mi compañero Sherlock al valorar positivamente el plano secuencia trucado con el que une todos los puntos de la trama con una línea imaginaria trazada con la cámara y que termina con el primer asesinato. Ahora bien, estoy también con él en que es pelín chapucero.
Pero lo peor de todo me parece el guión y unos personajes absolutamente increíbles, vamos, que no hay quien se los crea. El arranque atropellado de la película con la llegada del personaje de Elijah a casa de la vieja, las conversaciones que mantienen su hija y su madre, repito, absolutamente irreales, increíbles y chirriantes; la bochornosa escena de presentación sudorosa en el squash de Lorna; la segunda escena del squash; la escena en la que Beth se enfada con Elijah...y todo un sin fin de escenas tendentes al cuantos más sospechosos mejor que son una lastimosa Agatha Christie reloaded.
Eso por no hablar de una trama tan de "casualidad causal" que exige que te la expliquen hasta dos veces, con una escena previa a la resolución en la librería de juzgado de guardia y otra con el juego de los autobuses igualmente terrible. Un final previsible en el que se sabe que John Hurt está implicado, pero no de esa manera tan "casualmente causal" que no provoca más que una sonrisa en el espectador y un bufido con resolución en una sala de imitaciones que ni en el más vendido de los bestsellers.
Y, como digo, los personajes y sus actores, con una Leonor Watling haciendo poco menos que de Monica Bellucci y un Frodo Wood que no hay quien se lo crea resolviendo asesinatos.
Me quedo con el personaje del amigo de Sheldon, que como dice mi compañero Sherlock es una mezcla perfecta entre Arofonoski y Jeunet.
Mala.