Cumpliendo el objetivo del suspense, aunque con un toque de humor leve, como cínico, como resabiado conocedor del mundo del terror contenido, la película expedienta sus minutos con fluidez, garantías y pocas criticables y cizañeras revueltas. Al grano, con paradas de profundidad de personajes, directo, sin pautas para elegir preferidos, la película es de un palomitoso con calidad que da gusto.
Luis Tosar, un ambiguo de categoría, puede desempeñar el papel con soltura y olor a inquietud acompañado de una Marta Etura simple pero despierta. Es el horror contenido una pauta que nos relaja en el devenir de una pareja que sólo queda rota por la imprecisión de una niña juguetona lejos de una verosimilitud aguerrida.
Así uno se siente agradecido por las precisiones, las correcciones rápidas y las situaciones forzadas por y para llegar al clímax final no portentoso pero sí previsiblemente aceptable. Por el mérito de aunar a los espectadores, por la destreza de mantener la atención en una historia prolongada pero grácil, el film se muestra hasta grande en un final codicioso llevado a más, un capricho donde el malo gana sin decepcionar a los que han dado el salto y aceptado los errores.
Una película que no defrauda ni desentona, unos personajes con clases de destreza por encima de la media y un caer de la sesión final trompicona pero generosa con el doble fondo del espectador de terror y suspense que pide complicidad como la da.