Estamos ante un producto clásico de la Disney. Una comedia familiar, protagonizada por actores-reclamo bien conocidos como John Travolta y Robin Williams (acompañados de un montón de secundarios como Seth Green o Matt Dylon) cuyo objetivo es hacer pasar un buen rato a toda la familia. Y, seguramente, ese sea el problema. Se trata de una de esas películas que aspira a gustar a los abuelos, a los nietos, a los jóvenes, a los solteros, los casados... los altos, bajos, ricos, pobres... en fin: a demasiada gente. Me explico: lo que ocurre normalmente con las películas con vocación de llegar a la gran masa es que van limando la historia que cuentan y simplificando los personajes para que no tengan ninguna arista, llegando siempre a lugares comunes y haciendo gags mil veces vistos a lo que el espectador ya esté acostumbrado. Se busca el anti-riesgo, la anti-originalidad.... el anti-cine.
El hecho de que el director sea Walt Becker (Cerdos Savajes) ya lo deja bastante claro. Aunque creo que Cerdos Salvajes todavía tenía cierto puntillo, cierto toque diferente. Nada de eso tendremos en ésta película.
Para aquellos que disfrutan con la ingeniería de hollywood y que gusta de ver una y otra vez lo mismo.