El acierto de esta película es a la vez un desacierto. Me explico. El film se acerca al mundo adulto como un manual de entendimiento del tapiz infanil, pero se aleja de un niño que debe de ser bastante mayor o maduro como para no asustarse en determinados momentos en los que la cámara no es precisamente dócil.
Así, marcando la edad del film bastante alta, debemos ir acompañando a los menores para hacerles entender los momentos anímicos de un personaje casi patológico pero a la vez muy realista. La traviesa forma de ser niño, la inocente manera de querer comprender, está magníficamente narrada, tanto en tiempos como en conversaciones. Se nota aquí, la base de la película, el libro de Maurice Sendak, nada temoroso de ser duro.
Merecedora de un éxito en fotografía y dirección, en adaptación de la letra al cine, supone una alegría para la vista, los tiempos, la intención y globalidad de film redondo y acabado. En una sonrisa pacificadora final, el entendimiento entre ambos mundos es claro y sutil. Espero que en muchos hogares, las preguntas respondidas mientras se ve la película merezcan la pena generación tras generación. Quiero una copia para la estantería de las buenas.