Podré ser un poquito de lo primero y un muchito de lo segundo, pero es que a mí Kenneth Branagh es uno de esos directores de postín, de caché y de renombre que ni fu ni fa.
Para los que sigan leyendo este segundo párrafo diré que sus adaptaciones de Shakespeare tienen su punto y tal, pero estar en nuestro días viviendo de adaptaciones shakesperianas me parece algo bastante mediocre.
Yo creo que Shakespeare está ya para intentar con él cosas más arriesgadas o interesantes como el Looking for Richard de Al Pacino.
Con todo y con eso llega el elegante y estirado inglés de Branagh y nos adapta la ópera de Mozart La flauta mágica. Pero no creáis que aquí al menos uno verá a algún actor conocidillo haciendo sus pinitos en esto del cante, sino que veremos a auténticos cantantes de ópera en lo que parece ser ópera televisada con una duración de dos horas y cuarto.
Esto, y pidiendo mil disculpas a los melómanos culturetas (si es que queda alguno tras mi primer párrafo) no es mi idea de pasar una tarde entretenida en el cine.
Con estos mimbres me temo una película tediosa y aburrida para todos aquellos que no den más de un 50 % en el test de melómano cultureta.
La película fue presentada en el Festival de Venecia y ni allí consiguió muy buenas críticas.
Sinceramente, me apetece ver más la próxima película de Branagh que esta.
Una oportunidad única para los que gusten de la ópera. ¡No os la perdáis!