No me queda muy claro cuándo empezó todo. Puede que en el momento en el que de forma espontánea se inventó el dinero, o puede que fuese con Matrix, pero la regla de película de éxito = trilogía tiene siempre los mismos resultados: pérdida de calidad, decepción, alargamiento innecesario y friolera de millones. Es el ¿nuevo? modelo de negocios entre los productores de ¿hoy en día?
La primera película de la saga estaba bien, era muy entretenida, le hubiese dado un tres, flirteando con el cuatro. De hecho recuerdo que la vi en un atestado cine de los Campos Elíseos, en una pantalla colosal y acompañado de bien de refresco de cola y cuenco XXL de palomitas.
Son recuerdos entrañables y agradables. La revisité un tiempo después y constaté dos cosas que ya me lo habían parecido en el primer visionado: tiene un ritmo endiablado y que engancha; y le sobran minutos (el final es lo peor).
Hace unos meses la estrenaron en televisión y volví a caer como un tonto, enganchado, en esa primera parte tan bien llevada en la que uno se puede dar un atracón de revival de los tiempos más dorados del cine de piratas. El final es un tostón y un asco.
Fui a ver la segunda película también al cine, creo que mi postcrítica andará por aquí, no esperaba demasiado, y me sorprendieron tres cosas: a) La película se alargaba más; b) La primera parte era deliciosamente oscura; c) Lovecraft encandila en Hollywood.
Un final al más puro estilo Matrix reloaded que nos lleva a una película rodada en tiempo record y con visos de convertirse en tetralogía aunque los actores digan a diestro y siniestro que ¡basta ya!
Y llega esta tercera película que sobra, como ya sobraba esta saga desde los últimos 30 minutos de la primera. Más de lo mismo, mejores efectos, más libreto de escenas de acción, más autoparodia de Jack Sparrow, Keith Richards, y una campaña de marketing bestial para intentar ganar la batalla de las terceras partes que se está librando en 2007 tras Spiderman 3 y Shrek 3.
Lo siento, mal que le pese a quien se dé por aludido, ¡NO CON MI DINERO!