Esta película viene bajo la sospecha de su producción francesa y el devenir poco amable y a la vez permisivo del público francés que no está a costumbrado a ver y sentir a actores que no sean de la república. Pero el resto de Europa puede que disfrute más del matiz de la actriz británica Kristin Scott Thomas (Hace mucho que te quiero)y el catalán Sergio López (El laberinto del fauno). Ambos experimentados y que se nota no habían explotado su mejor papel. Puede que este sirva para forzar a conseguir mejores registros en films más ganadores que los catapulten del todo.
La encargada de la película es una directora que se ha atrevido al parecer a terminar una lucha interna de la mujer actual, la de no tener verguenza por dudar, por dejarse llevar por la pasión. Y ese devenir de los acontocimentos, ese salto de verdad a contar emociones como ésta desde lo lejano al simple comercio carnal en pantalla o del sospechoso y mero caer de llantos, puede que sea la gota que sacie al espectador. Que sienta que se llega hasta el fondo, hasta la muestra entera de lo que puede sentir una mujer, desde la propia mujer, en uno de esos modernos y cada vez más habituales momentos en los que ser infiel o simplemente feliz.
Sin esperar para nada una dirección bonita, más bien práctica y clarificadora de las emociones, el peso estará más en los actores como ya comento antes, que en la forma de rodar, de esconder con adornos, ese es el truco, no manchar con disimulos el duro trago de la pasión. Si el camino ha sido bien abierto al menos en estos últimos tiempos del cine de cartelera planificada, lo juzgará un espectador que si sale con regusto a poco es que no habrá tenido un buen film delante. Cuando se lucha por destacar en eso, en llegar lejos si no se llega molesta más. Puede que sí, pienso que sí, pero también pienso que en algo, en el final, algo no va a cuadrar, que algo nos puede decepcionar.