Paul Rudd ha conseguido ser casi el rey de las peores películas de la industria, esas que ni se suelen considerar más allá del videoclub. Lío embarazoso, Mal ejemplo, El novio de mi madre son solo ejemplos claros del tipo de cine ante el que estamos si decicimos seguir adelante con esta cinta.
Película que juegan al nuevo estilo de lo políticamente correcto pero sin ser carcas, diciendo algo sexual y algún que otro taco de vez en cuando, el tipo de líneas que dejan contenta a la clase media alta pudiente estadounidense y que se lleva transportando a Europa desde siempre, aunque nosotros nunca entendamos ni sus formas ni sus maneras. Como al menos quieren hacer reir, y se venden bien en el alquiler van tirando.
Así que, sinceramente, estereotipos de amistad, chica guapa tontorrona, chico modelo y mil y una gracieta de mal madurados jóvenes jugando a ser rebeldes, o al menos uno. No deberíamos acudir sino es esto lo que queremos.