El niño con el pijama de rayas es uno de esos bestsellers que todo el mundo termina leyendo. Es corto, sencillo y ataca directamente al corazoncito del lector. Así que, como no, la adaptación cinematográfica no podía hacerse esperar.
David Heyman, productor de la saga de Harry Potter es quien produce esta película con claras similudes con la del mago: bestseller, niño protagonista, y lectura sencilla compatible para lectores infantiles y adultos. Sólo que aquí, la lectura adulta está mejor vista, teniendo un telón de fondo trágico histórico, mientras que las andanzas de un pequeño mago lucen menos. Aún así, me atrevería a decir que este es una obra más ingenua que la otra.
El Zinemaldi no ha perdido ocasión para hacerse con el estreno internacional de esta película que seguramente gustará. Situar el punto de vista de la narración en la mirada de un niño siempre triunfa en los festivales. Aunque creo que en esta ocasión, detrás de este recurso se esconde una pobreza narrativa que se moverá entre lo fácil y lo convencional. Eso sí, resultará un producto bien digerible para todos y que difícilmente llegue a disgustar a alguien.
Entre los actores destaca David Thewlis, el profesor Lupin de Harry Potter, a quien ya vimos en San Sebastián el año pasado por La vida interior de Martin Frost. Un actor modesto pero eficaz.
No se ha buscado un gran director para un proyecto que no lo necesita. Mark Herman, con varias películas sencillas a sus espaldas, se encarga en solitario de adaptar el guión y dirigir. Quizá alguno recuerde Tocando el viento, aquella película tan típicamente inglesa sobre unos mineros y una banda de música, con Ewan McGregor jovencito. Era, como será esta también, un producto entretenido y entrañable que no rebosa demasiada calidad. Herman ha firmado, según dicen, una adaptación bastante fiel a la novela, para gozo de los fans del libro. Una muestra más de cual es la función de este realizador, la del mero artesano que no moleste a una producción bien atada desde el principio.
Para los menos arriesgados, una versión menos imaginativa y mucho menos talentosa de La vida es bella.