Está claro que una película sobre el
avispón verde debería tener como objetivo convertirse en una
pequeña pieza de culto pop, ya sea por sus excesos, por su
componente friki o por cualquier otro elemento destacable. Y aunque
el resultado final es disfrutable, queda muy lejos de esas metas.
En todo caso, listones aparte, Seth
Rogen ha conseguido un tratamiento original para una estructura
que es casi calcada a la de Batman (rico traumatizado que decide ser
el nuevo justiciero). Con un tono muy ligero y con un desarrollo
diferente, que marca una clara diferencia con las películas de
héroes de acción. Sin duda el punto fuerte del guión lo
encontramos en los personajes. Es todo un acierto que el protagonista
sea un verdadero gilipollas -en todos los sentidos- y que patee en el
suelo a sus enemigos. El personaje de Kato, al que Jay Chou le
da un brillo especial, es todo carisma y frescura. Y se confirma el
talento de Christoph Waltz construyendo un potente y divertidísimo
villano. La escena inicial con James Franco es una gran
presentación.
Hablemos de Michel Gondry. Con
este trabajo ha demostrado que se mueve como pez en el agua rodando
acción, es contundente, tiene mucho ritmo y organiza un buen
espectáculo al que es difícil poner pegas. Ahora bien, su talento
desmedido está oculto por esta probada eficacia durante la mayoría
del metraje. Esto no quita para que no nos regale tres secuencias marca de la casa. La primera pelea de los héroes, en las que echa
mano de los efectos que cultivó en su videoclip para los Chemical
Brothers, Let Forever be, con su gusto por los mosaicos, deja
la boca abierta. La secuencia en la que divide la pantalla,
duplicando el punto de vista de cada cámara es otro pequeño lujo. Y
por último, ese momento tan francés de la visita del protagonista
al garaje con una chica, a cámara rápida y con gestos
caricaturescos. Es una pena que, por lo demás, la dirección haya
sido muy sobria, cuando esta película pedía a gritos excesos y
derroches.
Entretenida, divertida y con un toque
original, pero muy lejos de lo que debiera ser. No quedará mucho
tiempo en el recuerdo.