Se podrían escribir varios libros sobre la mirada del niño en el cine. Ingenua, descarnada o desprovista de prejuicios, la infancia capta las cosas bajo un prisma que a veces recuerda a los adultos la naturaleza de las cosas importantes. Directores como Kiarostami, Truffaut o Bergman han abordado con éxito esta temática. Pero que nadie se engañe, pues no nos hallamos ante un film de autor ni mucho menos, sino ante un drama comercial que promete ser digno pero que no puede escapar a sus orígenes. En efecto, la fuente de que bebe esta película es un arma de doble filo. El best seller de John Boyne ha cautivado a infinidad de lectores con su -discutible- novedoso estilo, pero somos muy conscientes del peligro que conlleva adaptar este tipo de obras a la gran pantalla.
Un anónimo Mark Herman dirige una película a la que le hace falta poco para funcionar correctamente en las grandes salas. Entre el poco conocido reparto destaca la presencia de David Thewlis, un actor que gana puntos con cada nueva interpretación y que muchos recordarán como el profesor Lupin de la serie Harry Potter. Pero quizás el nombre más popular de esta producción sea el del compositor James Horner, del que cabe esperar una banda sonora reseñable. Será sencillo contentar a todos los que han leído la novela original con un guión respetuoso y no demasiado inocente pero que satisfaga también a los que no han tenido ocasión de sumergirse entre sus páginas. Eso si, seguro que a la salida oímos decir que era mejor el libro...