Esta película produce escalofríos pero no porque sea de terror, si no porque tiene una aura extraña, negativa y confusa. Da la sensación de estar hecha de retazos, de ser un burdo refrito de muchas otras cintas de miedo, con todos los tópicos posibles y con una incógnita aún más espeluznante: ¿qué demonios hace aquí Renée Zellweger?
El director es Christian Alvart, bastante desconocido y que firma su tercer trabajo, todos ellos en la línea del terror, aunque con su Antikorper que estaba más en la línea del thriller psicológico hubo gran diferencia de opiniones entre los que la consideraban una autentica tomadura de pelo y los que la equiparaban al Silencio de los corderos europeo. El guión corre a cargo de Ray Wright, responsable junto con Wes Craven de la penosa Pulse. Vuelvo a reiterar, que esto va a convertirse en un producto repetitivo, que abusará de todo tipo de fenómenos paranormales, hechos inexplicables y sustos anunciados, con una pobre realización que acabarán por cansarnos tras sus más de cien minutos de duración.
Realmente sorprende la participación de Zellweger (Cold Mountain, Ella es el partido) como protagonista. Quizá cansada de fluctuar solo entre el drama y la comedia, haya querido variar un poco de registro, pero realmente resulta extraño imaginarla en lo que parece un proyecto tan mediocre.
A día de hoy es difícil que se haga buen cine de horror, pero este film se adivina como un serio retroceso para el género. Avisados estáis.