Pensar en Robin Hood es sencillamente hacerse a la idea de un personaje ladronzuelo, simpático, o al menos es la imagen que le han dado de no ser por la versión de Sean Connery en Robin y Marian. Incluso el protagonizado por Kevin Costner que está en mi vitrina de favoritos tiene un tono picaresco que parece le sienta bien, sin embargo un cambio, tirano a cruel y duro podría vernirle bien.
Ridley Scott es el responsable directo. Seguro que después de aprender la lección de El reino de los cielos, sin añadir tanto blablabla y mal diálogo en boca de héroes-actores que te obligan a ello. Russell Crowe es el clásico tipo que te lo pone en bandeja si quieres sacar un registro de su sitio porque siempre cumple, siempre cae bien en pantalla. En esta limpieza de rostro del personaje, con más acción moderna y más juego de cámara, puede que disfrutemos de todo sin tener que recordar a los ya mitos.
Si el mérito se juzga por el logro de esa meta, de esa nueva creación y situación del mundo de Sherwood, creo que se ha dado en el clavo. Se va a poder disfrutar del film en su embergadura espectáculo bien llevado, menos en el mundo del matiz de su existencia pero sin estar manco, y finalmente sin ser una obra maestra para el recuerdo, sino una película bien hecha que le pondrá rostro al Errol Flynn del siglo XXI. Preparémonos para difrutar del arco y la flecha, sin tonterías, con seriedad, con elegancia incluso, y si encima nos dan dos palabra bonitas y bien actuadas con tensión de esa tan maja que hace un film algo lleno, mejor que mejor.