Ante todo, quiero dejar claro que me he entretenido, y he disfrutado , sobre todo la primera parte de la cinta, con esa historia de amor imposible, con esos mágicos trucos que en realidad poco me importa que fueran creibles o no y con un Edward Norton de mirada entre sibilina y enigmática.
Pero teniendo en cuenta que he tenido que aguantar la farsa que el director nos ha querido colar con poca imaginación por su parte, no puede quedarme otro sabor de boca que a decepción. Demasiados minutos esperando el desenlace, han bajado una estrella lo que podía haber sido un ejecicio de verdadero ensimismamiento ante la pantalla. Y un pelín insultante ya el final, con los giros de cámara sobre Paul Giamatti, destacadisimo en su interpretación otra vez, desentrañando el engaño.Por favor, ¿de verdad hacía falta?
Aun así, prefiero quedarme con lo bueno. Con la sensación de pequeñas mariposas revoloteando en mi estómago al contemplar magia, que culpo sin problemas a mi fanatismo de la saga de Harry Potter, aunque aqui sea producto de trucos humanos. No me importa tanto, como ya he dicho, la credibilidad de estas ilusiones o no, si no el efecto que produce ante los que las presencian, dejandose embelesar, como es mi caso.
Entretenida y con una buena realización, pero que deja el regusto amargo de saber que podría haber sido mucho mejor con un poquito mas de esfuerzo en el guión.