Con mucho retraso, muchísimo, más de un año, nos llega esta pequeña película a cartelera. Y lo hace gracias al cierto peso de uno de sus nombres protagonistas, el de Heath Ledger, ese australiano con cara de rubito de portada de la Super Pop que, vaquero gay mediante, se está haciendo un hueco respetable en el star system actual. Y más que lo seguirá haciendo, ojo a su participación como Joker en la próxima The dark knight.
Pero aquí aprovechará, el bueno de Heath, para ahondar en eso que los actores llaman papeles "más serios", más humanos, más mundanos. Con la drogodependencia como pieza clave, tanto él como sus dos principales acompañantes al frente del reparto, Geoffrey Rush y la emergente Abbie Cornish, lidiarán con una película sobria, un guión dramático y un lento discurrir de escenas siempre muy secas, buscando una cercanía casi física.
Ojo con la Cornish que parece haber gustado mucho con este trabajo. Ya la pudimos ver en Un buen año, más discretita, al lado de Russell Crowe, y la veremos en The golden age, con gente como Cate Blanchett, Clive Owen, Samantha Morton o de nuevo Geoffrey Rush . Y, como decía, parece estar gustando tanto que en Hollywood ya le han echado el guante (o en Londres, mejor dicho, en este caso) y la han atado en corto para la próxima aventura del agente 007.
Pero de momento tocan modestos presupuestos. Como el de Candy, tercera película de Neil Armfield, realizador prácticamente desconocido en estas tierras, cuyo bagaje de momento se limita a una adaptación de una pieza de Shakespeare (Twelfth night) y un musical (The Castanet Club), todo ello en Australia. Parece que en su intento por ir tocando todos los palos, y ver con cuál le suena la flauta, ahora toca este drama seco, directo, pequeño. Intentos, intentos...