Escondidos en Brujas es más de lo que aparenta. Bajo su pinta de películilla de intriga, con dos o tres buenos actores enganchados, se esconde quizá una de las pequeñas sorpresitas de la temporada. Es cierto que a priori no aporta nada novedoso, y seguramente finalmente así sea. Pero no menos cierto es que bajo esquemas conocidos empezaron a mostrar su talento nuevos nombres que, con un poco más de tiempo, han sabido trazar su propia personalidad.
Salvando distancias, de momento lo que tenemos es una película pequeña de presupuesto pero que ha gustado mucho allá donde se ha visto. Es la ópera prima del director y guionista Martin McDonagh, un tipo que antes de filmar su primer largo ya tenía un Óscar: Six shooter, su único cortometraje conocido, protagonizado nada menos que por Brendan Gleeson (El bosque, Gangs of New York), le dio la estatuilla de Hollywood además de varios premios más.
También le abrió las puertas para filmar Escondidos en Brujas, para la que ha podido contar con Colin Farrell y Ralph Fiennes, dos tipos tan interesantes como erráticos. Aquí, en un guión pequeño pero seguramente enrevesado, y que a pesar de su pretendida oscuridad no dejará de lado un cierto sentido del humor, seguramente puedan lucir sus mejores virtudes, al lado de Gleeson, que repite con el director.
Será interesante ver si el novato McDonagh aporta un nuevo cariz al subgénero del neonoir pequeño, de modesta producción, fusionándolo además con una ciudad de postal como Brujas, que a buen seguro aportará lo suyo en el espíritu y estilo de la película.
A mí me apetece verla, y me apetecería más que cumpla mis ilusiones.