A pesar de hacer el esfuerzo de contemplar la rareza, de buena gana ver la curiosidad del trabajo de montaje para hacer un bebé jefazo, poco a poco, la película se va haciendo más y más mínima hasta aburrir algo.
Los personajes vacíos que se lo tragan todo, las gracietas que no lo son tanto y el jugueteo con las posibilidades de un guión así, sólo aguantan varias décimas de segundo en el humor que enseguida se desquicia.
Para colmo de males, ese final malísimo, al estilo "Solo en casa", con esos megatorpes "malosos", acompañados por el secuaz rapero, terminan por reventar una película para entretener que encima manifiesta intenciones de enviar un mensaje familiar.