¿Quién me manda a mí enfrentarme a lo que sin duda será un pestiño? Sencillo: obliga la asistencia a la semana de terror de San Sebastián de este año. Si no, ¿de qué? Pero tú, estimado lector, no hace falta que gastes tu dinero en esto.
Con la comodidad del DVD le di una oportunidad a la primera entrega. No pude llegar al final. Mientras la primera mitad era mínimamente soportable, con un descarado y desesperado intento de contentar a los fans de la famosa saga de videojuegos, repitiendo regularmente las palabras “colmena” y “umbrela”; la segunda mitad se convirtió en una ensalada de tiros interminable y aburridísima.
Y como uno es un precrítico con una mínima conciencia, me he obligado a mí mismo a ver la segunda parte antes de ponerme a escribir estas líneas. Aunque parecía imposible, la cosa ha ido a peor. Un atracón de escenas estúpidamente espectaculares, sin personajes, sin diálogos, sin suspense, vacía y tonta. Te da igual si muere este o el otro, ahora o luego. No entro en los valores técnicos y artísticos porque simplemente no tiene ninguno. Es verdaderamente doloroso alcanzar la hora y media exacta que dura a base de estiramientos imposibles para cumplir el cupo de metraje.
¿Qué nos depara la tercera parte? Más de lo mismo. Para empezar, es escandaloso que se haga una tercera parte. No había argumento ni para la segunda. Es que no había argumento ni para la primera.
El guionista es, como en las dos entregas anteriores, ese rey de lo más bajo de la ciencia ficción, Paul W.S. Anderson, que es tan rematadamente cutre que a veces hasta tiene su gracia. Horizonte final o Soldier pueden ser vistas con una cínica sonrisa. En cualquier caso su carrera es lamentable, aunque a veces sea deliciosamente lamentable. De la primera entrega fue incluso el director.
En esta ocasión se encargará Russell Mulcahy, tiempo atrás responsable de la estupenda y ya mítica Los inmortales. ¿Prometedor? En absoluto. Aquella película de hace ya 20 años, no fue más que una excepción absoluta dentro de una larga carrera que generosamente podríamos calificar de mediocre. Ya hace tiempo que dejó el cine para dedicarse a la televisión.
Sin embargo, sí que hay algo que me da una vaga esperanza, que me hace pensar que, aunque evidentemente va a ser mala, quizá sea aceptablemente soportable. Se trata de su nueva ambientación, en mitad del desierto y con un entorno más futurista. Puede que tenga cierta chispa y no empiece a mirar al techo hasta la mitad. Ojalá el ambiente gamberro de la semana de terror salve la situación.