Pensar en Raúl Sánchez Arévalo haciendo comedia pura y dura provoca simplemente una especie de necesidad de volver a planteárselo para poder creerlo, o al menos incluso sospechar de ello, pero la confianza que profeso sobre este director, el mismo de Azuloscurocasinegro o Gordos, no me deja caer en las garras del peor pensamiento.
Es posible que la búsqueda de la máxima rentabilidad le haya obligado (o le hayan obligado) a pensar en la idea de trabajar sobre un texto cachondo. En el peor de los casos hablaríamos del típico producto estadounidense pero a la española y en el mejor de los casos hasta tiene talento y arrestos. Puede que no sea una película para hacer reir sino que hasta haga gracia. Estoy seguro de que le ha dado vueltas y vueltas y que habrá tratado de hacerlo con garantías, por encima incluso de Pagafantas, porque si esa gustó, pues ésta también y más.
Participan habituales de sus films. Quim Gutiérrez (Sangre de mayo, quizás por no ser un habitual del humor nos dé una sorpresa), Raúl Arévalo (Los girasoles ciegos) y Adrián Lastra como columnas principales con el apoyo de maestros también relacionados con él como Antonio de la Torre.