Supongo que era de esperar, Cannes ha sufrido una auténtica convulsión con el último film de Lars Von Trier. Ya está. Éste genio del marketing cinematográfico lo ha vuelto a conseguir. Ya está en boca de todos. ¿Quién no tiene ganas de ver Anticristo y aplaudirla u odiarla? Yo, desde luego, me muero de ganas.
Y es que Lars Von Trier sabe promocionar sus películas. Sabe utilizar su personaje de enfant terrible para conseguir titulares y sabe dotar a cada una de sus películas de alguna rareza que la haga destacar. Concedido. Ahora bien: ¿hace además cine? ¿Qué es lo que hace éste señor?... y la pregunta que puede llevar a respuestas más pedantes y odiosas: pero, ¿qué es el cine? No me arriesgaré a dar una respuesta. Cada vez que la doy alguien consigue sacar algún contraejemplo de alguna película que me gusta y que no entra en mi definición. Pero sea como fuere, Lars Von Trier entra dentro de mi definición de cine. Por muy pedante que sea, por muy trilero que resulte y por mucho que parezca que más de una vez se está riendo del espectador... sus propuestas siempre me resulta atractivas.
Desde luego no es para todos los espectadores. Querido lector, si buscas explorar el límite de lo que estás dispuesto a soportar en una sala de cine, si te gusta arriesgarte a la hora de elegir la sala a la que entrar o si ya disfrutraste con alguna de sus anteriores obras, ésta es tu película. En caso de gustarte el cine más convencional, huye como de la peste.
NOTA para añadirle un poco de morbo al tema: la película debe de tener unas cuantas escenas de éstas que hieren la sensibilidad bastante. ¡Avisado quedas!