En 1981 una película, por un lado fuera de su tiempo en cuanto a la trama y por otro demasiado distinta como para que las novedades de lo ochentero la miraran con igualdad, surgió en las carteleras. Se trataba de un film artesado, de esos tranquilos pero con acción que lograron agradar a un público poco exigente pero agradecido del esfuerzo. Furia de titanes, con Perseo tratando de tratar, en esa lucha injusta contra los Dioses, perfecto.
Lo bueno de ese film era la ingenuidad de sus movimientos, los efectos especiales tratados con cariño pero no perfección y la indudable manera de poseer pasión por la historia clásica y sus devenires incomprensibles. En ese mundo tremendamente hostil pero de honor, en ese mundo capricoso pero donde el ser humano era tan débil como fuerte lo importante no era ganar, sino comportarte como un héroe, estar casi a la altura de las enormes deidades.
Ese espítiru seguro que se pierde en un remake de la mano de Sam Worthington (Avatar), en donde lo digital será el gran reclamo de la historia, donde los monstruos de la aventura original serán bienvenidos con buenas formas, pero que espero no sean suficiente para hacer callar los diálogos dramáticos y tremendistas que tanto me gustan. En este equilibrio la verdad es que la industria me ha demostrado que no respeta, que no siente ni padece y que no quiere rescatar adeptos sino emocionar a los nuevos.
Así con el corazón, más que con la cabeza, y pensando en Liam Neeson (Chloe) y Ralph Fiennes (En tierra hostil) espero que al menos algo de esencia quede del film original y que disfrute sin parar con la acción mejorada. Es posible que no sea un tres pero tampoco un cuatro, es posible que me decepcione y que me soprenda, todo es posible con la historia que contempla, todo es posible con Perseo el hijo de Dánae y Zeus, todo es posible.