Antes de "Pesadilla Antes de Navidad" nadie recordaba que, alguna vez, hace mucho mucho tiempo, la animación se hizo con pequeños muñequitos de látex movidos (la magia del cine) fotograma a fotograma. Pero después de "Pesadilla...", todos queríamos más. Y a ser posible, de nuevo con la firma de quien nos regaló esa auténtica joya, aquella fábula exquisita, oscura y virtuosa, con esqueletos que filosofaban en voz alta a la vez que ponían melodía a sus divagaciones; muñequitas de trapo paridas cual monstruo de Frankenstein, enomaradas del esqueleto más molón de la ciudad; Igors, científicos, vampiros, bichos de todas clases y colores e incluso un entrañable perro fantasma. Con la firma del único que podía dar a luz semejante mundo: Tim Burton. Y, de paso (porque sabemos que complementa como nadie su mundo de espirales y payasos que lloran), con todos y cada uno de los acordes (¡y campanitas!) de Danny Elfman.
Y el dios que dio vida a un hombre sin manos, pero con tijeras, nos ha escuchado y hará realidad nuestros deseos. Ya vuelve, por fin vuelve, con un grupo de entrañables criaturitas de látex bajo el brazo, dispuesto a hacerlas vivir, hablar, sufrir, reír y hacer sentir la magia de la animación de toda la vida, a partir de una leyenda popular de la Europa del este. Y sabemos que así sí (y no con "Big Fish" o "El planeta de los simios"), el bueno de Tim va a recuperar su felicidad, va a volver a sentirse plentamente Tim, plenamente Burton.
¿Por qué el tiempo pasa tan lento cuando hay que esperar a que una película como esta llegue a nuestros cines? Mientras, sólo me queda esperar, impaciente, la pierna temblequea que te temblequea, maravillarme con el tráiler (que ya podemos ver en internet) y gritar: ¡Qué grande es Tim Burton cuando es, de verdad, Tim Burton!