La tristeza inunda la cartelera con una película sobre el genocidio armenio que buscará dos cosas, contarnos la historia personal de unos protagonistas sufridores, entre ellos Paz Vega (en la póxima The spirit), y acercarnos a los sucesos de esos tiempos que poca de repercusión tuvieron en sus días a nivel conciencia social.
Con aspecto de televisión en su formato de imagen, aparenta tener poco presupuesto para la historia que pretende acometer, pero esto no parece dejarla atrás en lo pasional e intenso de unos momentos y problemas culrurales que no recibiremos con desagrado. Sin embargo parece también menor en sus personajes secundarios, y en la lentitud de uno diálogos demasiado esbeltos en el tiempo.
Estrenada internacionalmente en el Festival de Berlín y también exibida con agrado en el Festival de Sevilla, la película tiene un apoyo fundamental en el papel de Ángela Molina (Anastezsi o La sconosciuta), que tras años de participación cinematográfica sigue enriqueciendo sus films tan solo con su presencia.
Vittorio y Paolo Taviani son los directores italianos al pie del cañón con su cine político como característica principal, que en esta ocasión creo ni se acercan al éxito de Padre padrone, película que en 1977 les concedió la Palma de oro en el Festival de Cannes y el Premio Fipresci.