El resultado final de esta bella película en cuanto a lo estético simplemente es digno, muy decente, con evocadoras imágenes que se agradecen en ese palacio de historia con una ninfa colmada de ropajes, pero nada más. Lenta, sosa y aburrida, sin fiereza en los diálogos y con una obsesión previa, marcar al personaje con la modernidad de una colegiala actual.
No funciona, ni el esfuerzo por hacerla más jovial a base de montajes musicales guitarreros, agradables sí, pero lejos de ayudar a la historia, ni ese agónico llegar de la trama al momento de la consumación que era tan esperada, que rompe con cierta continuidad de la historia y la deja vagar a partir de ese momento para hacer meramente tiempo.
El final por otra parte resulta fastidioso, sin esfuerzo por mostrar la tensión, con una ráfaga de dolencia política y un puñado de gritos que al parecer según la directora se solucionan con una despedida en carruaje de mirada perdida. Un contenido mínimo en un frasquito precioso.