Pintando digo, porque este film pequeño y sencillo por la humildad con la que se ha creado, trata de contar una historia a la vieja usanza, con detalle, con cariño, con pinceladas que vayan conformando a los personajes y sus ilusiones, anhelos, penas y tristezas. Rodada en Bilbao con el trasfondo histórico del año 1974, la historia no nos va a decepcionar en cuanto a pureza y sensibilidad. Ambos directores, Patxo Telleria (27 horas de Montxo Armendáriz) y Aitor Mazo (Asiduo en papeles secundarios de cine y televisión), actores desde siempre y bilbaínos, cuentan de manera personal un guión que al final se atrevieron a sacar adelante con la sensibilidad del propio creador.
De vez en cuando en la producción de cine, surgen films tintados de un carisma especial, con una capa de trabajo curioso y artesano, donde los personajes hacen soñar lejos de deslumbre de fotografía o escenarios de ensueño, sin embargo en esta ocasión, no podemos desdeñar la capacidad de ambientación de un film que se ha creado a conciencia.
El pequeño protagonista del film que al parecer ha redondeado un papel excepcional es Bigen Elortza, y le acompañan una camada de actores jóvenes vascos como Loreto Mauleón, Asier Oruesagasti o Lander Otaola (Secretos de cocina), llevando el peso de una película que como dicen sus directores no es fácil de explicar pero sí fácil de ver. Yo creo que sencillamente se trata de una película de las de siempre, complicada por llena de trazos, de pasiones, de ser humano en un mundo propio que conoceremos poco a poco en un drama que agradecer.