El mayor problema de Foxfire es
que con sus dos horas y veinte, apenas aporta nada. No aporta porque
es un tipo de película que hemos visto varias veces, con criminales
cada vez más al límite, en una espiral de delincuencia creciente
que les llevará a lo más bajo. No aporta tampoco que juegue a dos
bandas, por un lado un cine de crítica idealista y por otro cine
negro clásico, porque ninguno de los dos termina de estar
desarrollado.
Lo idealista se queda en agua de
borrajas después de un par de acciones realmente reivindicativas
(contra el profesor y contra el tío). Más allá -y estamos hablando
de la parte inicial de la película- lo que tenemos es pura
delincuencia cutre con límites realmente indignos. Está claro que
Cantet quiere mostrarnos el comportamiento censurable de sus
protagonistas, pero también creo que quiere hacerlo como
contraposición a una actitud admirablemente rebelde, las luces y las
sombras de este grupo. Y claro, las luces brillan tan poco que ni
siquiera es valorable este supuesto contraste. Que al final incluya
la revolución cubana no puede estar más fuera de lugar.
Por la parte que toca al cine negro,
tenemos una historia mil veces contada, sin chispa, sin personajes
realmente carismáticos, con un desarrollo absolutamente previsible y
con un injustificadísimo metraje. Los personajes son planos, no evolución ni en ellos ni en la trama, a los veinte minutos ya hemos visto todo.
No es una película que aburra del
todo, pero es muy poquita cosa para un director como Cantet, que
falla en lo que mejor domina: no hay riqueza en el comportamiento de
los personajes.