Crítica de la película Satanás por William Munny

Satanás camina despacio por las escenas y por entre las butacas de la sala de cine. El personaje central, los personajes centrales, las caídas de situaciones se suceden con la calma de una poderosa premonición. El espectador está esperando desde el principio un fatal incidente provocado por la agonía que se va palpando poco a poco en el ambiente. El mérito de la película es su calma y capacidad para crearla.

El tiempo para ir asimilando los acontecimientos, el círculo de posiciones de una cámara que espera y coteja, van creando una verosímil capa que ha de reventar, y con el misterio del desconocimiento del final, los colombianos ya saben lo que sucede en estos hechos reales, uno puede sentirse inquieto e interesado hasta los títulos de crédito.

Su sencillez, su posar, la tranquilidad de movimientos, van llevando a una película especial a un lugar de recuerdo por su contexto propio, por su descripción pausada y precisa, por la normalidad de las cosas que se piensan en silencio en unos personajes como cualquier otro, como cualquier hombre o mujer de las salas. Las pistolas aparecen cuando ya es inevitable llegar a ellas. Un acierto.