Dejemos las cosas claras. Todo aquél que ha leído 20th Century Boys lo tiene en un pedestal. Por eso, cuándo nos enteramos de que el manga de Naoki Urusawa iba a ser llevado a la gran pantalla muchos de sus seguidores nos echamos a temblar. Sabemos de lo que son capaces los japoneses con tal de exprimir un producto hasta sus últimas consecuencias y el caso de Death Note no era el mejor precedente posible. Además, el trabajo del creador de Monster y Yawara no es un comic cualquiera. Yukihiko Tsutsumi se enfrentaba a un reto francamente complicado. ¿Cómo convertir en imagen una historia que ocupa más de veinte tomos y está repleta de personajes y saltos en el tiempo? Pues con mucho respeto... y en este caso poco dinero.
En efecto, lo primero que llama la atención de la película es una producción muy pobre. La fotografía, los extras y el montaje brillan por su ausencia y solo en el tramo final los productores se han visto obligados a aflojarse el bolsillo. Con un presupuesto tan ajustado, la cosa queda un tanto desangelada. Sin ir más lejos, para representar las escenas del pasado los responsables se limitan a barnizarlas de sepia. Resulta evidente que se ha trabajado con muy pocos fondos. Es una lástima, porque la historia de 20th Century Boys merece abordarse en forma de superproducción y no con un producto de segunda como este. No es algo que podamos achacar al equipo técnico.
Kenji lleva una vida anodina como encargado de una franquicia de supermercados y cuida de la hija de su hermana. Tras una reunión con sus compañeros de clase se entera de que una misteriosa secta liderada por un tal Amigo va ganando adeptos. Poco a poco los acontecimientos se tornan cada vez más siniestros para nuestro protagonista cuándo relaciona los crímenes de la organización con un plan que ideara con sus amigos de niño. Comienza así una historia que nos habla de las decisiones de la infancia y su repercusión en el futuro. Ninguna triste sinopsis puede hacer justicia a la compleja mitología cultural del comic.
Para abarcar la confusa estructura narrativa del trabajo de Urusawa el guión recurre a diversos trucos: flashbacks, planos cortados en forma de foto o un calendario que avanza y retrocede en el tiempo. A pesar de todo, en ningún momento nos sentimos demasiado desubicados. En este sentido la fidelidad al comic original es casi obsesiva, sobre todo en lo que se refiere a los personajes. Algunos de ellos -como la pareja de gemelos- son auténticas traslaciones del papel a personas de carne y hueso. Un gran trabajo de casting. Lo mismo se puede decir de su curioso sentido del humor y el surrealismo de sus personajes, representados a través de un reparto limitado pero que da lo mejor de si mismo.
La herencia televisiva del director se nota en todo momento. No es casualidad, porque seguramente la película estaba concebida inicialmente como una producción para televisión. De ahí esas continuas elipsis, diseñadas para insertarse después de la publicidad. Aunque contribuyen a alargar notablemente la duración de la película, lo cierto es que los guionistas se las han arreglado para condensar en dos horas y media una gran parte de los tomos del manga. La música de Ryomei Shirai es de circunstancia, también nos depara alguna que otra sorpresa. El momento en que suena de fondo Penélope no tiene precio. Es de agradecer que el tema de T.Rex que da nombre al manga también haga acto de presencia. Por desgracia, evocar todas las referencias musicales del comic era misión imposible.
20th Century Boys dista mucho de ser perfecta, pero si que ha conseguido captar en gran medida la esencia de la novela gráfica. Evidentemente, para todos los que desconozcan el trabajo original la película pierde muchos enteros. El resto toleraremos sus carencias y su desarrollo plano con cierta indulgencia cariñosa, sin olvidar que hubiera lucido mejor en la pequeña pantalla. Con pocos medios y mucha voluntad sus responsables pretenden contar una historia fuera de lo común que habrá que valorar cuando se estrenen sus dos entregas pendientes.