La debutante Paula Ortiz, ha
tenido ya cierto éxito con este primer largometraje, consiguiendo
tres nominaciones al Goya y llevándose el premio a mejor nueva
directora en Valladolid. Su propuesta no es apta para todos los
espectadores, un drama romántico estilizado, manierista, que tanto
puede embelesar como empachar, dependiendo del paladar del
espectador. De hecho, tengo a mi alrededor muy diferenciadas
reacciones, y dado que algunos de mis compañeros de aquí, de
Precríticas, la han ensalzado abiertamente, no puedo más que
lanzarme a comprobar cuál es mi opinión. Este tipo de cine, que
divide tan bruscamente al público siempre es interesante.
Dos buenas actrices al frente, la
veterana Maribel Verdú y la inquieta Leticia Dolera,
que seguro estarán a la altura de las necesidades de la película y sabrán adaptarse a ella.
Hay que decir de Verdú que últimamente se está embarcando en no
pocos proyectos arriesgados, como el Tetro de Coppola o la
cercana Blancanieves.
Para espectadores que no temen el
riesgo, la poesía con peligro de impostura, los sentimientos en
primer plano, las licencias, la artificiosidad. Atención que
Zentropa, la productora de Lars Von Trier, ha metido dinero aquí,
toda una declaración de intenciones que nos prepara ante un producto
diferente, con grandes pretensiones que veremos si son adecuadamente
satisfechas. En cualquier caso, una oportunidad merecida para un cine
español con amplitud de miras.