Mezclar dos temas, aparentemente tan
dispares como el Alzheimer y el delito juvenil puede provocar una
desarrollo algo disperso, como ocurre en esta película que, a ratos,
se pierde por caminos de final difuso. Especialmente, cuando el tema
de fondo no es otro que el que avisa el título, la poesía. La
sensación final que puede quedarnos es la de no entrar en ninguno de
los temas en profundidad, ni vemos el problema del Alzheimer del
todo, ni tampoco hay un estudio psicológico sobre la figura del
nieto, y sobre qué le ha llevado a esa situación, cuál es su
futuro, etc. Tampoco la poesía es tratada a fondo. Finalmente, más
de dos horas no terminan dando para tanto.
Seguramente la escena final es lo que
mejor justifica la variedad de historias. Podemos ver un paralelismo
entre la joven víctima y una anciana que vuelve a ser niña debido a
la enfermedad, una unión entre ambas en el sufrimiento y el
desencanto con la vida. Todo ello rematado con ese poema, que "sólo
aquellos que tienen corazón" pueden realizar. Por tanto, un broche
final que termina de dar sentido, de una manera poética (nunca mejor
dicho), a tres aspectos diferenciados de la historia.
Es difícil medir con precisión las
reacciones de algunos personajes debido a la perspectiva social, tan
lejana a la nuestra (en una sociedad occidental jamás se entenderían
las reacciones que provocan las violaciones), con lo que es difícil
captar la distancia ética que puede tomar la película con respecto
a estas acciones. En todo caso, una incursión espeluznante en el
materialismo de la "justicia". La sordidez desde la poesía, aquello que aprende finalmente la anciana que también es posible, no sólo la búsqueda de la belleza. Una gran interpretación de la
actriz protagonista.