Cada vez se hace menos cierto el tópico
que dice que todo el cine español es más o menos igual, y en esta
edición del festival de San Sebastián no puede quedar más patente.
De la ciencia ficción al drama de posguerra, de la comedia al
horror, películas colectivas, en diferentes lugares, con distintas
lenguas y con estilos radicalmente opuestos. Y si hay un director que
refresca la oferta con sus propuestas bien diferentes, ese es Isaki
Lacuesta. Tanto es así que este año (una vez más) participa
por partida doble en el festival. Lo hace también con El cuerno
de barro, aunque ya fuera de la oficial.
Se mueve siempre entre el documental y
la ficción y esta vez se ha balanceado hacia la segunda, aunque
siempre con elementos de realidad. Una película cercana a otro
trabajo suyo, Los Condenados, en cuanto a que aborda conflictos
extranjeros, esta vez más concreto. Eso sí, todo indica que esta
vez ha optado por un estilo visual menos sobrio, más adornado, con
algunos planos de gran fuerza visual.
Será una película entre la poesía de
la pintura y la realidad del polvo, que se tomará su tiempo para
avanzar pero sin perder el ritmo. Una de las más interesantes
propuestas de la sección oficial de este año y del cine español en
general.