No es esta la primera comedia política en la que se embarca el director Mike Nichols. Hace ya un tiempo podíamos ver ese retrato de los Clinton que era Primary Colors, con Travolta y la Thompson. Ahora vuelve a rodearse de estrellas, de más peso incluso, para una nueva incursión en la vida de un político, Charlie Wilson, esta vez sin camuflar identidades, donde nos contará una historia curiosa. Y qué mejores estrellas que Tom Hanks y Julia Roberts, con la que por cierto ya trabajó en su anterior película, la muy interesante Closer.
Del archiconocido Tom Hanks no vale la pena hablar demasiado, no para de demostrarnos lo bueno que es con sus jugosos papeles recientes como La Terminal o Ladykillers. Es especialista en elegir personajes con los que lucirse, aunque no sé si este será un caso muy claro. Roberts es una buena actriz aunque más estrella que actriz, creo que sobrevalorada.
Redondea el reparto Philip Seymour Hoffman, un actorazo cada vez más conocido que aquí tendrá un personaje, creo, bastante peculiar, por el que ha sido nominado al Oscar, aunque como todos sabemos, Bardem se lo llevó. Buenos intérpretes guiados por un director al que le suelen salir las películas cuando menos entretenidas.
El guionista es un especialista en argumentos de política, Aaron Sorkin. Empezó en el cine con la imponente Algunos hombres buenos, basada en su propia obra. Escribió la prescindible El presidente y Miss Wade, y se ha dedicado también a la serie El ala oeste de la Casablanca. Un experto, vaya, aunque no sea precisamente un signo de la mayor calidad.
En definitiva, una película fácil de ver, con un buen equipo, que ha tenido unas cuantas nominaciones a los globos de oro y otros premios, aunque no ha terminado llevándose gran cosa. Sólo molestará si al final nos despierta cierto tufillo americanísimo. Creo que no será así.