40 años de carrera política y un personaje al menos singular son las claves del documental-película de Karl Zéro y Michel Royer. Jacques Chirac en clave de humor con un toque satírico que redondea su particular manera de ser y manías, que de simpáticas pueden confundirse con un comediante.
Con un éxito redondo en Francia, la película parece ser lo suficientemente estimulante como para pasar un buen rato en las pantallas, sin caer en el aburrimiento de la vida reservada política. Con un toque especial, aunque habrá bromas que no entenderemos demasiado por muy propias del país o porque los franceses son algo distintos para esto de hacer reir.
Sin demasiado margen para el tratamiento de la imagen, el montaje y el ritmo serán la clave en lo que yo creo va a ser un éxito, aunque no para mucho más. Divertida, sugerente y peliaguda con el personaje, parece que no se han cortado a la hora de hacer un retrato realmente personal.