Esta es una película amable, entrañable, muy fácil de ver, pero me temo que igual de fácil de olvidar, en parte porque le falta contar con algún elemento que la haga diferenciarse. Todo lo que vemos ya lo hemos visto antes.
El ya clásico personaje gruñón de buen corazón, heredero en última instancia del monstruo de Frankestein. Los chavales en plena efervescencia hormonal. La ambientación de la época, el sentido del humor... todo suena a títulos anteriores. La banda sonora con canciones pop memorables, al estilo de su compatriota C.R.A.Z.Y.
El film aglutina todo eso y a veces se le desborda tanto elemento junto. La escena de la chica besando al otro chico que se poner nervioso porque se le ha puesto dura, no tiene ningún interés dentro de la película, ni por lo que ha ocurrido anteriormente ni por lo que vendrá, es uno de tantos ejemplos de escenas completamente aisladas de la coherencia del guión.
El único elemento que le da cierto sentido y personalidad a la película es el del niño pequeño y su particular actitud. Momentos como los de los cabezazos o las cerillas resultan intensos y valen la pena dentro de un cómputo global en el que nada parece importar demasiado.
En todo caso, el entretenimiento es más que aceptable y la factura es de calidad. Una pena que no encuentre ninguna razón especial para que este proyecto haya sido realizado.