Normalmente las películas colectivas
son irregulares precisamente por estar dirigidas por varios
directores. El nivel de calidad de cada episodio es independiente.
Esto también ocurre en esta ocasión aunque el nivel va de malo a
regular.
Laurent Cantet resulta tedioso
con una historia que se pierde en la rutina sin aportar nada, lo cual
es decepcionante en un director de su talla. Juan Carlos Tabío ofrece también un episodio aburrido, algo burdo y bastante mal
interpretado. Juio Medem nos regala un capítulo
exageradamente hortera que sólo puede entenderse si la idea que el
director ha querido plasmar de Cuba es la del culebrón latino.
En el apartado más intermedio tenemos la
incursión en la dirección de Benicio
del Toro. Una historia con interesante crítica al control
del régimen. En cuanto a la de Pablo Trapero, sin que el
episodio en sí sea nada del otro mundo cuenta con un genial
Kusturica parodiándose a sí mismo. Los dos mejores segmentos lo
firman Elia Suleiman con un personalísimo humor visual y
Gaspar Noé, con la aportación más atmosférica.
Es difícil hablar de conjunto, ya que,
localización aparte, no hay una clara unidad estilística o temática
entre los siete. A diferencia de Paris je t'aime, que dejaba
una sensación única a través de la composición de todos sus
episodios, un tono poético romántico meloso, entre el amor y el
humor edulcorado; en esta Habana no se percibe apenas la unidad. Por
otra parte, uno de los puntos interesantes que suelen tener estos
proyectos es captar el estilo muy marcado de diferentes cineastas de
interés. Otra cosa que aquí, salvando a Suleiman y Noé, no se
termina de ver. Incluso Medem, cineasta de mucha personalidad, aquí
hace un trabajo vulgar, sin su sello.