Alejandro Magno me ha resultado algo menos de lo que esperaba, aunque supongo siempre esperamos algo más de todo cuanto se nos acerca o deleita en esta vida. No he podido ocultar mi desaprovación por la elección del personaje y su madre, pero obviando esto, he disfrutado de los momentos en los que la historia nos centra en los sentires y agonías de un loco soñador que se muestra como un niño posesivo y caprichoso durante toda la trama. Profundizar, aunque a veces me haya parecido raye en lo dramatizado, es meritorio y grato de disfrutar cuando me dispongo a vislumbrar un film, además, uno como este con estas espectativas.
Aderezar la amalgama de sentimientos, las grandezas y deleznades de cuantos aparecen en la película, con una serie de encajes musicales en ocasiones soporíferos, en otras interesantes, con un montaje menos intenso pero sí más concreto, y un trabajo de batallas arrebatador, y una fuerza visual que destaca lo importante y no lo impactante, me hacen pensar en un film que no es grande en sí, pero si es talentoso y a pequeñas briznas digno de memoria. No va a gustar tanto, pero esos destellos inconexos, alejados unos de otros merecen la pena y en esto reside mi aplauso.