Storm Warning es otra película mil veces vista pero que, aunque sea, está bastante bien construida. Comenzando con un ritmo lento y unos diálogos aburridísimos, la película parece caminar por unos derroteros que dan miedo (miedo a aburrirse). Y es que con gente vestida de neopreno es imposible crear una buena atmósfera de terror.
Hasta que la pareja protagonista se encuentra con el trío de granjeros la película va más despacio que el espectador. Todos sabemos que va a pasar y nos revolvemos en nuestras butacas mientras aumenta nuestra irritación. Que si tratan de huir pero no pueden, que si mata al canguro porque soy despiadado, que si te encierro en el establo ... lo que pasa es que a partir de ahí la película sabe crecerse. La trampa ideada por la mujer no tiene ningún sentido: ¿por qué no le espera detrás de la puerta con un bate y le suelta un josconcio en la cabeza?. Está claro que a veces hay que sacrificar la lógica en favor de una escena más impactante. A partir de aquí la película va a la velocidad del espectador. La sala del Teatro Principal (donde disfrutamos de la Semana) comienza a calentarse. Poppy ha despertado y nosotros con él.
Hasta aquí sería otra película mala más de terror. Con sus cosas positivas pero sin nada que permita salvarla. Lo que pasa es que todavía el guionista nos guarda una traca final. Pues si, finalmente la película consigue lo que parecía imposible: ir más rápido que el espectador. De sorpresa en sorpresa la película sabe mantenernos sin quitar ojo de la pantalla mientras el único granjero superviviente se saca un deslizador de la manga para acabar siendo, como cabía esperar, víctima de su hélice.
Un buen ejemplo de control del ritmo para una película que no pasará a la historia. Bien resuelto.